Alfonso, pronto hará un año que nos conocimos y desde el primer momento te comprometiste con nosotros y con nuestro proyecto. Sucedió aquello que ocurre en contadas ocasiones, nos brindaste tu ayuda de manera totalmente desinteresada, regalándonos tu tiempo y tu trabajo. Bastaba con comentarte cualquier idea que pudiera estar relacionada con el mundo que tú tanto amabas, el de las artes gráficas, para que te mostrases solícito y dispuesto a colaborar con nosotros. Seguías con interés nuestros pasos, elogiabas nuestra labor y disfrutabas escuchándonos hablar del pueblo saharaui, hasta el punto de quedarte embelesado. Nosotros nos sentíamos abrumados por tus atenciones, por tu generosidad, pero sobre todo nos sentíamos tremendamente agradecidos. Y así fue como te lo manifestamos, con nuestro cariño y con nuestras palabras de agradecimiento que hacían que te ruborizases, aunque no era esa nuestra intención. Todavía recordamos la ilusión que sentiste cuando llegaron nuestros niños y niñas saharauis. ¡Qué ganas tenías de conocerlos y de participar en los actos que organizamos para ellos! Incluso llegaste a contactar con diversas empresas para que te proporcionaran obsequios para todos y los conseguiste, como casi todo lo que te proponías. Ahora permanecen guardados en un rincón, a la espera de que alguien se interese por ellos, porque tú no tuviste tiempo de compartirlos. Tu enfermedad, aquella contra la que luchaste incansablemente durante casi seis largos años, te privó de la oportunidad de disfrutar durante más tiempo de ellos, pero te concedió una tregua y así fue como tuviste la oportunidad de tratarlos y, a pesar de estar ya muy malito, fueron capaces de arrancarte una tímida sonrisa. Alfonso, hoy, una vez más, queremos darte las gracias públicamente y mostrarte nuestro respeto, nuestro afecto, nuestra admiración, nuestra gratitud y, como no, nuestro reconocimiento per semper.
Con cariño, tus amigos de L’Hospitalet amb el Sàhara
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