El texto que aparece a continuación ha sido creado por Arantza, una compañera de la asociación que durante cuatro años tuvo la oportunidad de acoger a una niña saharaui y con la cual creó un sólido vínculo , que nada ni nadie podrá destruir jamás.
Leedlo, vale la pena.
"En ocasiones, cuando le explico a la gente que compartí cuatro veranos con una niña saharaui, muchas personas se inquietan y me hacen muchas preguntas... Algunas de estas personas reaccionan con un: “¡pobrecita! y cuando acababa el verano ¿quería volver a su casa?... porque claro, como aquí tienen de todo y allí no tienen nada”... Ésta me parece una respuesta lógica y normal, aunque también creo que surge del desconocimiento y que es un argumento poco meditado.
Los niños saharauis que llegan a nuestras casas, no provienen de una situación de riesgo social por malos tratos o por una situación de familia desestructurada, son niños que viven en un campo de refugiados, inmersos en un conflicto político no resuelto. Esto quiere decir que son niños que, en su mayoría, no saben lo que es el mar, lo que es un pájaro o lo que es el agua corriente… y no porque no lo tengan en su país, sino porque viven refugiados, en uno de los desiertos más duros del planeta y con unos recursos muy precarios. Por lo tanto, el tejido de solidaridad internacional les brinda la oportunidad de descubrir todas esas cosas, ya que de otra manera sólo las conocerían a través de los libros.
Así pues, cuando los niños saharauis aterrizan en nuestras casas no sólo descubren cientos de cosas, también reciben una alimentación más rica y variada, evitan pasar un verano especialmente duro por las altas temperaturas del desierto y tienen acceso a un sistema sanitario con muchos más recursos (en los campamentos de refugiados de Tindouf hay muchas personas formadas en la rama sanitaria, pero la falta de medios muchas veces dificulta los diagnósticos y el acceso a tratamientos especializados).
...A pesar de todas las ventajas y recursos materiales que les podamos ofrecer, los niños saharauis al acabar el verano quieren regresar a sus hogares. El pensar que los niños no quieren regresar porque aquí tienen de todo es fruto de una visión etnocentrista que cree que nuestra sociedad es mejor. Los niños saharauis quieren regresar porque aquél es su hogar (aunque no estén en su país) porque allí tienen a su familia, porque allí tienen a sus amigos, su cultura… y porque todas esas cosas no se sustituyen ni con todo el oro del mundo. Yo he sido testigo de la alegría que manifiestan estos niños cuando preparan sus mochilas para regresar a casa… Y eso no quiere decir que durante su estancia no hayan sido felices o que no nos quieran… Quiere decir que ya es hora de regresar y que por eso están contentos… Si mandamos a nuestros niños en verano a otro país más rico económica y tecnológicamente (póngase por ejemplo cualquier país nórdico)… Al finalizar el verano, ¿esos niños no querrán regresar con nosotros? ¿no querrán volver a ver a sus padres? ¿no querrán volver a su escuela?... Pues a los niños saharauis les pasa exactamente lo mismo…
Finalmente, creo que es importante llegar a la reflexión de que si para nosotros viajar es enriquecedor ¿por qué para los pobres del mundo o para los refugiados no lo puede ser también? ¿Acaso sólo nosotros tenemos derecho a viajar? ¿Acaso sólo nosotros podemos visitar países más pobres o países más ricos y luego regresar a nuestras casas y seguir con nuestra vida?... La convivencia con otras culturas, con otros modelos familiares y sociales, es una fuente incomparable de conocimiento para todas las personas, sean del país que sean… y además, cimienta la verdadera alianza entre civilizaciones.
Por todo ello, si tienes dudas, te animo a compartir tu verano con un niño saharaui… Forjarás una amistad para toda la vida, y descubrirás que, a pesar del idioma y de las diferencias culturales, sociales o económicas, las personas sufrimos y nos alegramos por las mismas cosas. El mundo es hermosamente distinto y parecido a la vez."
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada